Cuando uno lee Wash, el
extraordinario cuento de William Faulkner, es muy posible que perciba emociones
similares a las que espolearon sus latidos viendo Django desencadenado,
de Tarantino. Ambas historias tratan de la venganza de clase y por honor,
escoria blanca en el primer caso y esclavo negro en el segundo, y en ambas uno
comprende al vengador, sus motivaciones para actuar como lo hace.
En Wash asistimos a la venganza
perpetrada por el viejo criado Wash contra su amo, el antiguo coronel sudista
Sutpen, y a su inmolación posterior, por desconsiderar este a la nieta de
aquel, cuando la chica acaba de dar a luz una niña precisamente del coronel.
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