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martes, 3 de julio de 2012

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO

Ítalo Calvino
Siruela, 2009

Novela de novelas, novela de la propia novela, novela en que el protagonista es el lector, o la lectora, novela, en fin, originalísima, a través de la cual el maestro Calvino (Santiago de las Vegas, Cuba, 1923-Siena, Italia, 1985) pone en danza sus conocimientos literarios, sus reflexiones sobre el lenguaje, su desbordante fantasía y su sentido del humor para lograr una de las novelas más interesantes del xx. En ella, el narrador se dirige al propio lector de la novela: «estás a punto», le dice, «de empezar a leer la nueva novela de Ítalo Calvino, Si una noche de invierno un viajero». Forma harto curiosa de comenzar una novela, ¿no les parece? Y el lector, que, en efecto, pretende lo que el narrador le anuncia, animado por el intenso deseo de leer la referida novela, y de acabarla, se va a encontrar, sorpresa tras sorpresa, con que la misma contiene un puñado de primeros capítulos de otras tantas y muy diversas narraciones, ilustrativas todas ellas de diferentes tipos de novela (de la niebla, de la experiencia corpórea, simbólico-interpretativa, político-existencial, cínico-brutal, de la angustia, lógico-geométrica, de la perversión, telúrico-primordial, apocalíptica), y cuya lectura acabará por convertir también al lector en objeto de lectura. ¡Imposible imaginar gráficamente el galimatías literario de Calvino, porque tal vez «cada episodio con su culminación requeriría un modelo de tres dimensiones, quizá de cuatro»! Y es que para él, «el aspecto en el cual el abrazo (de los amantes) y la lectura se asemejan más es que en su interior se abren tiempos y espacios distintos del tiempo y del espacio mensurables».
Novela, pues, imprescindible esta de Ítalo Calvino, o si no, acérquense a una librería, abran por el índice un ejemplar de la novela y déjense cazar por la historia que la lectura de los títulos de sus capítulos nos propone: «Si una noche de invierno un viajero, fuera del poblado de Malbork, asomándose desde la abrupta costa, sin temor al viento y al vértigo, mira hacia abajo donde la sombra se adensa en una red de líneas que se entrelazan, en una red de líneas que se intersecan, sobre la alfombra de hojas iluminadas por la luna en torno a una fosa vacía, ¿cuál historia espera su fin allá abajo?».


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