Joaquín Copeiro
Descrito Ediciones
Novela, 207 páginas
Un
cadáver al óleo,
mi nueva novela, acaba de ser publicada por Descrito Ediciones, S.L. (www.decritoediciones.com). En ella
he creado, mejor o peor, dos personajes a los que les he tomado bastante
cariño: el joven detective Leo Ventura y la no menos joven Carla Guizot. Ambos,
aunque por diferentes motivos, investigan el asesinato de Diana Richardson,
pintora y madre de Carla, y persiguen a quienes pretenden llevar el cadáver y
el último óleo de la fallecida hasta las costas de Normandía.
La acción transcurre en
febrero de 1939, cuando Cataluña está a punto de caer en manos de las tropas
franquistas. El bombardeo de Figueras apremia la evacuación del Tesoro
Artístico que el Gobierno de la República trata a toda costa preservar, y la
caravana de camiones que transporta las obras cruza la frontera francesa. En uno
de los camiones sale el cadáver de Diana y su cuadro; Leo y Carla irán tras él
sin descanso.
Hay otros personajes, unos
más entrañables para mí y otros menos, aunque, a decir verdad, por todos siento
un amor paternofilial: Vidal Oller,
periodista del Heraldo de Madrid; el reportero gráfico del Times Sam Curtis, esposo de la difunta Diana; el ingeniero jubilado Francis Richard, abuelo de Carla y
padre de Diana, o el eficaz comisario Pierre Monet.
Como con Un cadáver al óleo me he propuesto
escribir una novela no sólo de intriga, sino también de atmósfera, me he sentido obligado a conocer con cierto detalle
las circunstancias de la evacuación del Tesoro Artístico, el ambiente bélico en
que tal evacuación se produce, el final de la guerra. A ello me han ayudado
obras imprescindibles como El desplome de
la República, de Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez, y Éxodo y exilio del arte. La odisea del Museo
del Prado durante la guerra Civil, de Arturo Colorado Castellary; o como el
documental Las cajas españolas, de
Alberto Porlan. También me ha sido de gran ayuda la lectura de la prensa de la época, tanto de la española
como de la francesa.
Todas estas consultas,
aparte de proporcionarme un auténtico gozo intelectual, me han permitido
conocer al incansable y leal Timoteo Pérez Rubio, a la sazón Presidente de la
Junta Central del Tesoro Artístico y verdadero artífice de la evacuación, y me
han llevado a acercarme más a figuras como la de Juan Negrín, el indesmayable
Presidente del Gobierno que, a toda costa, intenta conseguir una paz justa, o
la de Aléxis Léger, Secretario General del Quai d’Orsay, auténtico diseñador de
la política de No Intervención llevada a cabo por Inglaterra y Francia.
Al escribir Un cadáver al óleo me he empeñado en
utilizar una sintaxis más dinámica que en otras novelas mías, más ajustada al asunto, así como diversos puntos de
vista en ocasiones y en función de las circunstancias espacio-temporales de los
personajes, parte de las cuales se ubican en torno a la Maison Guizot, pequeño
homenaje personal a la Villa Saboya de Le Corbusier.
En fin, desde aquí quiero
expresar mi esperanza y mi deseo de que quienes visiten mi blog se animen a
leer Un cadáver al óleo, y disfruten con
ello tanto al menos como yo al redactar sus páginas.
Joaquín, intento contactarte para invitarte a un Acto de Presentación y Conversatorio sobre tu última Obra, en un Foro-Tertuliia (Unas 38 personas con "cabezas bien amuebladas").
ResponderEliminarEl Acto lo haríamos en el Salón de un Hotel donde nos reunimos una vez al mes y podría participar tu editorial a los obvios efectos.
Soy José Manuel Galllego; nos conocimos al participar yo en un Grupo de Lectura sobre: "Madre-Mar-Marta" de la Fundación G.S.R
(Puedes llamar al 616.175.170 o contactar a: 3545gallego@coam.es).
Felicidades por el nuevo alumbramiento y un abrazo, JMG